El negocio de los shows busca renovarse para seguir como el salvavidas de la industria
Ya no basta con los grandes recitales: la caída en la venta de tickets en EE.UU. ha obligado a ofrecer valor agregado en los shows.
Al menos desde hace un lustro, se había consolidado como el salvavidas de la industria y como la gran fuente de ingresos de los artistas tras la debacle en la venta de discos. El negocio de los shows vivía su cima y obligaba a nombres de todo calibre a salir a la ruta. Pero, durante el año pasado, vino el primer conato de desgaste: según el sitio Pollstar, en el primer semestre de 2010 la venta de entradas cayó en un 12% en comparación a 2009. De hecho, los 100 conciertos más rentables de la última temporada totalizaron US$ 965,5 millones, la cifra más baja desde 2005. Números en picada que se hicieron carne en una serie de giras que debieron cancelarse, como las de The Eagles, Jonas Brothers, Christina Aguilera o Limp Bizkit.
La alerta era clara: ya no bastaba con el solo artista o la banda de turno tocando en vivo o montando giras colosales. Se había entrado a una nueva etapa: aunque no se trata en ningún caso de una crisis severa, los músicos estaban obligados a buscar nuevas fórmulas para renovar sus presentaciones y ofrecer un valor agregado a conciertos que se han convertido en algo habitual para parte del planeta.
En Chile, la visita de vacas sagradas, como U2 o Iron Maiden, ya representa una novedad relativa: mientras los irlandeses vienen por tercera vez, los metaleros registran su sexto aterrizaje en abril. Nombres como Marc Anthony ya acumulan 12 shows desde mediados de 2008. Aquí, las formas que buscan renovar el circuito y que están llegando a Chile:
Paquetes VIP.
Desde hace un par de años, la industria de conciertos en EE.UU. ofrece packs de altísimo costo, pero que permiten acceder a la prueba de sonido, a una cena en backstage, a merchandising exclusivo y a ubicaciones preferenciales. Por ejemplo, en el reciente The Circle Tour, de Bon Jovi, un paquete de US$ 1800 permitía ir a la prueba de sonido y llevarse una silla y un cojín con el logo del conjunto. En su último periplo, Rick Springfield ofrecía por mil dólares conversar con sus seguidores y sentarlos en el escenario. En Chile, hay algunos aprontes: por un ticket de $ 140 mil, el último show de Selena Gomez entregaba una foto autografiada, una credencial, un CD y la oportunidad de acceder a un sorteo para conocerla. Una iniciativa que concluye que hay un terreno fértil de fans dispuesto a pagar lo que sea por la experiencia. La chilena Angélica Sagurie compró los paquetes exclusivos para los shows de Paul McCartney de 2010 en México y Argentina, los que permitían ir a la prueba de sonido, una cena y material exclusivo. Pagó mil dólares en el DF y US$ 1.400 en Buenos Aires. Y en esta última parada obtuvo premio: el ex Beatle la subió a cantar a escena en las horas previas a su show y su staff le pidió autorización para una posible aparición en un DVD.
Discos completos.
Ya no es necesario tener un gran disco para salir a girar. Aún más: ya ni siquiera es necesario tener un disco para hacerlo. Los grandes nombres han optado por desempolvar sus obras maestras y presentarlas íntegras. Entre los casos insignes está Rush con Moving Pictures; Roger Waters con The Wall; Lou Reed con Metal Machine Music; Judas Priest con British Steel; y Primal Scream presentará en 2011 en Santiago Screamdelica. En Chile, el ejemplo cae en Jorge González con La voz de los 80.
After show.
Por una entrada onerosa, muchos espectáculos ofrecen participar en una fiesta after show con la presencia de los músicos. En la última visita de Black Eyed Peas, el boleto más caro, a $ 140 mil, permitía asistir a una cita en la ex Oz donde ofició de DJ uno de sus rostros más reconocibles, Will.i.am. Alfredo Alonso, productor del recital, dice que se vendieron el total de 800 boletos que se pusieron en el mercado. Además, para el show de Mötley Crue del 14 de mayo en Movistar Arena, están planeando montar una fiesta con el histórico Tommy Lee como pinchadiscos.
Citas íntimas.
Ante la monstruosidad que los megaeventos han estandarizado como marca, la intimidad parece ser el plus para recuperar público y dinero: conciertos en recintos de poca capacidad, pero que permiten mayor cercanía con los artistas. Aunque aún no hay fechas, The Rolling Stones prometió en 2010 que su nueva gira priorizará los teatros. En diciembre, McCartney tocó en el teatro Apollo, de Nueva York, y en el London’s 100 Club, ambos con aforo para sólo unas centenas de personas. Aquí el concepto ha crecido bajo la etiqueta de «shows de gala»: bandas como Faith No More, Pixies o Incubus han decidido presentarse en reductos chicos y con entradas que rondan los $40.000.
Entrada con disco.
Si no puedes vencer a tu enemigo, ¿por qué no unirse a él? Esa es la idea instalada en algunas productoras: por la venta de tickets, suman también un disco. No sólo se puede comercializar un producto de escaso interés en la actualidad, sino que también se puede agregar un bonus track por asistir a un show. Las recientes visitas de Ismael Serrano y David Bisbal ofrecían la opción de bajar una serie de nuevas canciones. Lo mismo sucede con el próximo recital de Aventura. Pero la jugada extrema la encarnan los próximos espectáculos del grupo argentino La Renga en Santiago y Talcahuano: la entrada será su nuevo disco. O sea, no habrá tickets impresos ni boletos comercializados de manera separada: el acceso será con su nuevo álbum, concepto bautizado como «entradisco».
Fuente: La Tercera.com