Estuvimos en Viña un Día: 2012, un año entre Morrissey, el bajo rating y otras yerbas
No la vio fácil Chilevisión en 2012. Desde una poco interesante parrilla de artistas invitados, un rating extremadamente bajo, una verdadera «guerra de festivales» en la pantalla chica, hasta ciertas exigencias extravagantes de parte de algunos de los artistas del show, jugaron en contra de un certamen que habitualmente está acostumbrado a jugar a ganador.
La nota es de Emilio Freixas.
En el artículo anterior, abordamos fundamentalmente la trastienda de la licitación de los derechos de televisación del Festival para el período 2011-2014, una licitación que se adjudicó Chilevisión, pero que estuvo a punto de declararse desierta e incluso pudo terminar con un pronunciamiento de la Contraloría General de la República que podría haber cambiado el curso de la historia, de no ser porque el canal, que en ese entonces estaba ligado al Presidente Sebastián Piñera (a través de la sociedad Inversiones Bancard), fue finalmente vendido al fondo de inversión Linzor Capital antes de iniciar su primera administración.
Y si bien el primer certamen a cargo de Chilevisión salió airoso en términos de rating (promedió 34,8 puntos), la versión número 53 del certamen viñamarino no corrió la misma suerte por una serie de factores. Desde una poco interesante parrilla de artistas invitados, un rating extremadamente bajo, una verdadera «guerra de festivales» en la pantalla chica, hasta ciertas exigencias extravagantes de parte de algunos de los artistas del show.
La noche de furia de Morrissey
Siendo el único número anglo de Viña 2012, era evidente que su presencia iba a generar revuelo.
Sin embargo, la presentación de Morrissey en Viña del Mar se vio enrarecida prácticamente desde que fue anunciado oficialmente: de partida, el británico prohibió expresamente que su show fuera transmitido para el resto de Latinoamérica a través de las señales oficiales (en este caso, A&E y TV Azteca).
Pero eso fue sólo la punta del iceberg. El ex-integrante del grupo The Smiths, siendo también vegetariano y animalista, solicitó que el día de su presentación «no debiese haber absolutamente nada de carne» (esto debido a que generalmente la producción pone a disposición de los artistas y de la prensa una serie de bocadillos o «canapés») o que la animadora Eva Gómez «no llevara puesto nada que provenga de animales» (esto debido a que el vestido que iba a ocupar aquel día iba adornado de plumas, por lo que debió retirarlas).
No conforme con eso, exigió que su show «comenzara antes de la una de la madrugada, sino no actuaría», dejando fuera la competencia folclórica ese día. Luego de esto último, el jurado del festival (al enterarse) decidió, en señal de protesta, retirarse de la Quinta Vergara.
Y aún hay más: según consta entre nuestros registros de la época, «(…)a los 70 minutos exactos del show, simplemente dejó de tocar y se fue sin siquiera permitir que se le entregara premio alguno, aún cuando el público así lo exigía».
Tan mal cayó la actitud de Morrissey, que algunas personas pedían en redes sociales que el artista fuese declarado persona Non-Grata en la Ciudad Jardín.
El resto del show ¿Más de lo mismo?
Sin menospreciar la calidad del resto de los artistas del cartel, cabe preguntarse si no había mejores artistas que tuvieran el mérito suficiente para presentarse en la Quinta Vergara. Veamos: el mexicano Luis Miguel no se presentaba desde 1994, y si bien tiene un repertorio probado que funciona en cualquier escenario donde se presente, lo cierto es que para ese entonces su último álbum publicado (llamado de manera homónima) tenía data del año 2010.
Sin embargo, su arribo a la Quinta Vergara tenía una motivación adicional: por primera vez en la historia del evento viñamarino, se entregaría una «Gaviota de platino» en reconocimiento de los 30 años de carrera del cantante. Dicho galardón sería entregado posteriormente en dos ocasiones más. En 2017 a la española Isabel Pantoja (originalmente estaba contemplado el mexicano Juan Gabriel antes que se diera a conocer su deceso en agosto de 2016) y en 2019 al productor chileno Humberto Gatica como un homenaje póstumo a su tío, el «rey del bolero», Lucho Gatica.
Otro que también se repetiría el plato en Viña 2012 fue Marc Anthony, quien venía de presentarse tres años antes, en 2009.
Lo mismo ocurriría con el argentino Diego Torres, cuya última actuación fue en 2005, quien se presentaría ese año por cuarta vez en el certamen.
Salvatore Adamo también sería otro que volvería a presentarse en Viña del Mar tras años de ausencia. El intérprete italo-belga subiría al escenario por tercera vez tras su presentación del año 2004. Con todo, es uno de los pocos artistas que suelen ser un lujo para cualquier evento donde se presenten.
El puertorriqueño Luis Fonsi también sería otro regresaría en 2012 tras una exitosa presentación en 2009
Una idéntica situación ocurriría con los españoles José Luis Perales (quien se presentó por última vez en 1997) y Rosana (quien haría lo propio en 1999), además del dominicano Juan Luis Guerra quien sumaría su cuarta presentación desde el año 2006, el grupo tropical argentino Ráfaga tras dos exitosas presentaciones consecutivas en 2000 y 2001, y el grupo mexicano Camila, quienes tras su exitoso debut en 2009 volverían en 2012, posiblemente una de sus últimas presentaciones antes de una breve separación que tuvo lugar ese mismo año.
Los únicos artistas que debutarían ese año en el escenario de la Quinta Vergara, serían Prince Royce y Garras de Amor.
Entre los chilenos la situación no sería muy distinta. Los Bunkers volverían encontrarse con el público viñamarino tras su debut en 2007, nuevamente con un éxito rotundo, mientras que el cantautor Manuel García debutaría en la Quinta Vergara en calidad de miembro del jurado.
Finalmente, el humor quedó a cargo de los nacionales Dinamita Show, Zip Zup y Bombo Fica.
Como se podrá apreciar, hubo muy poco margen para artistas más contemporáneos, y eso se vio reflejado en el rating.
No sólo el «Monstruo» pasó la cuenta
Tal como señalamos al inicio, esta versión estuvo fuertemente marcada por las controversias, y una de ellas tiene que ver con las cifras de rating. Si la alianza Canal 13-TVN (2007-2010) promedió 37,9 puntos y los 34,8 puntos que obtuvo Chilevisión en su primer certamen a cargo en 2011 eran bajos aunque dentro de los márgenes que pueden ser considerados aceptables para un evento como este, la sobreoferta de festivales de verano televisados contribuyó en parte a una baja sostenida en los niveles de audiencia.
Tanto, que la cuarta jornada marcó el rating más bajo de toda su historia: 19,7 puntos.
Pero ese sería el menor de sus problemas. A raíz del veto a los medios de comunicación acreditados derivado de las exigencias del británico Morrissey como del mexicano Luis Miguel, el concejal Jaime Varas comentó que “si van a seleccionar a los medios de comunicación, mejor que lo hagan en forma previa de la llegada de éstos Viña, esto para evitar los problemas cuando el evento diera inicio”.
Por su parte, el concejal Andrés Celis fue más allá y anunció una vez terminado el certamen «posibles sanciones por varios incumplimientos del contrato de concesión”.
Con todo, el director del certamen de ese año, Pablo Morales, reconoció con posterioridad que “donde nos equivocamos quizás fue en que el Festival está lleno de pequeños protocolos que uno tiene que ir cumpliendo. Quizás deberíamos haber sido más duros con Morrissey para poner la competencia folclórica”.