La virginidad está de moda
“Crepúsculo” y Jonas Brothers, anillos y bailes de “pureza” hacen que hablar de sexo entre los jóvenes sea, justamente, evitar el temita. La castidad está de moda y son cada vez más los que se suman a esta tendencia. Los especialistas tienen sus peros.
Durante décadas, y hasta hace muy poco, la industria del entretenimiento levantó ídolos hipersexualizados y devotos del axioma “sexo, drogas & rock and roll”. Hoy, el exceso se muestra como decadencia y, en un vuelco conservador que traspasa los límites del star system gringo, la virginidad se levanta como un objeto de devoción en la cultura global, que promueve que el hablar de sexo entre los jóvenes sea, justamente, evitar el “incómodo” tema.
Mary es una linda chica de 17 años de Texas, el estado de George Bush, de los sombreros de cowboy y un imaginario poblado de pozos petroleros y revólveres al cinto. Mary lleva un elegante vestido de 1.500 dólares y baila con un hombre mucho mayor, que luce un esmoquin. Alrededor de ellos, los invitados miran sonrientes y comen una lujosa cena. El hombre es el papá de Mary, la canción que bailan se llama “Always be your baby” (“Siempre seré tu bebé”) y la costosa cita es para celebrar una promesa: hoy comienza una “guerra” por la “pureza” de Mary.
La escena corresponde a lo que se ha bautizado como “Bailes de pureza”, donde las adolescentes prometen guardar su virginidad hasta el matrimonio. Lo hacen a través de un anillo con el cual queda sellado un pacto entre la niña y el vigilante padre. Se trata de una moda que se ha instalado en la última década en Estados Unidos, que los grupos cristianos llaman “revolución de pureza” y que, al igual que el ketchup y el rock and roll, se expande desde aquel país hasta muchos otros puntos del globo.
El anillo que recibió Mary de su padre es conocido como “anillo de pureza”. Esta misma prenda ha saltado a la prensa rosa gracias a que personajes como los Jonas Brothers se han referido al accesorio como una forma de recordarse constantemente que en sus vidas “los valores son importantes”, evadiendo a los insistentes medios que, a través de la pregunta “¿es cierto que son vírgenes?”, le dan más bombo al tema. Pero las sortijas no vienen solas. La parafernalia estética se torna mucho más evidente con camisetas usadas por miles de púberes de todo el mundo, que a través de frases como “estoy esperando” o “ruta de la virginidad: salgo cuando me case”, vuelven a la abstinencia un verdadero activismo.
Vampiro bueno
Cada cierto tiempo, los vampiros se ponen de moda. Y siempre como metáforas de la sexualidad: lo prohibido, la perdición de la lujuria, la seducción como hipnotismo y los incontrolables impulsos que nos pueden transformar a nosotros, los buenos humanos, en criaturas ansiosas de carne.
Hoy, el caso paradigmático lo pone la saga “Crepúsculo”, donde el sexo brilla por su ausencia y el buen vampiro es un ejemplo de autocontrol adolescente, que hace gala de su afán por no “hincarle el diente” a su amada hasta que el matrimonio los una con la romántica promesa de estar juntos hasta que la muerte los separe.
Le guste o no, la película es un éxito de taquilla y sus protagonistas están a la altura de los Jonas Brothers en términos de adoración juvenil. Todos personajes de un llamativo espectáculo con una clara bandera de lucha, apoyada por una industria que tiene profundas repercusiones culturales.
La doctora Pilar Vigil es la directora en Chile del programa Teenstar (www.teenstar.cl), que promueve una educación sexual “holística e integradora de los aspectos social, emocional, físico, intelectual y espiritual de la propia sexualidad”. En un país con altos índices de embarazo adolescente, el éxito del programa está avalado por estudios de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica (donde funciona su base de operaciones). Su meta, entre muchas otras cosas, es educar para que la decisión de tener o no tener sexo sea tomada en plena conciencia por los jóvenes.
Más allá de si el discurso de Teenstar le genera molestias a los que se asumen pragmáticos, lo cierto es que la doctora Vigil mira este repentino impulso conservador con mucha precaución. “Estos fenómenos reducen la virginidad a un objeto que, por lo tanto, tiene un valor determinado. Esto quiere decir que la virginidad se transforma en algo que tiene valor en sí mismo y abre las puertas para que se vuelva un artículo transable”, dice.
La especialista define los enfoques de educación sexual en tres miradas: la técnica, la normalista y la personalista. De acuerdo a ello, la actual cultura que idolatra a la virginidad como un valor absoluto se encuentra en el segundo modelo, que también recibe el nombre de “angelical” y que es propio del conservadurismo norteamericano.
“En esta mirada yo te digo a ti lo que tienes que hacer. Te entrego una serie de directrices sobre lo que es bueno y lo que es malo. Yo poseo la verdad y tú me haces caso. Esto es lo que ha hecho el acta de seguridad social de Estados Unidos. Esto apunta hacia la meta de aumentar el ingreso per cápita”, asegura la doctora Vigil.
Enmarcados en este panorama, es comprensible que surjan casos como el de Natalie Dylan, una californiana que hace un par de años remataba su virginidad por la página de subastas eBay. La oferta más alta la hizo un millonario despechado australiano que ofreció 3,7 millones de dólares a la joven. Finalmente, el tipo se puso en buena con su esposa y la chica se llevó el depósito inicial de la transacción, correspondiente a unos cuantos miles de dólares. El caso puso la virginidad en boca de todos, la chica se hizo famosa, visitó programas de televisión y desató la ira de los conservadores gringos. Los mismos que defienden la “pureza” de sus niñas con una guerra.
Es necesario tener ojo también con los relatos y la estética con que se maquilla esta nueva cruzada por la “pureza” de los jóvenes que, a ratos, son vistos como un “otro” lejano, como una masa voluble y permeable a cualquier ocurrencia de los adultos. Y he ahí el discurso de películas como “Crepúsculo”, con su venérea y estigmatizadora apuesta vampiresca. “Una vez que el vampiro te muerde, tú te vuelves vampiro. Eso es muy peligroso porque es lo mismo que en la Edad Media, donde en caso de violación se ponía a la víctima y al violador en un saco y se les tiraba al río, porque se decía que la víctima había estado tan cerca del abusador, que algo de él tenía y ella quedaba sucia”, reflexiona la doctora Vigil.
Vampiros abstemios de sangre y rockeros limpios de lujuria. Una moda que rebasa fronteras y sale de las pantallas de la industria, trayendo más preguntas que respuestas y generando la necesidad de contar con herramientas para entender las repercusiones de una cultura sexual edulcorada.
Fuente: La Nación.cl