OPINIÓN | El regreso de la Televisión Universitaria: Lo bueno ¿vuelve?
Seamos claros: cuenta la leyenda (como suele decirse hoy por hoy en redes sociales) que alguna vez Chile tuvo una televisión abierta de calidad, con contenidos de primer nivel a la altura de las mejores televisiones del mundo, altos niveles de sintonia, y sobretodo apuntaba a todos los miembros del grupo familiar.
Sin embargo, en los últimos 20 años, la irrupción de la farándula dura, realitys en algunos casos cuestionables, un people meter totalmente cuestionado en términos de alcance y representatividad como herramienta de medición de audiencias y el avance de nuevas formas de entretención como el cable (y posteriormente la televisión satelital) y ahora el streaming, han ido minando este medio de comunicación que forma parte de los chilenos desde 1957 cuando la Universidad Católica de Valparaiso inició sus transmisiones desde la casa de estudios porteña.
Y es precisamente en ese marco que las universidades, habiendo sido protagonistas fundamentales en los inicios de la televisión chilena, no podían permanecer ausentes de la naciente televisión digital en nuestro país. Y en ese sentido, tienen mucho que decir aún.
La apuesta de la UCV (y cómo les resultó)
La televisión universitaria no es un fenómeno nuevo en Chile. La Universidad Católica de Valparaiso fue la precursora de los canales televisivos «made in Chile» en 1957, sin embargo, el sentido comercial a la cual derivó la televisión abierta con el paso de los años, fue relegando a UCV Televisión a un lugar irrelevante en sentido de audiencia, pero al mismo en objeto de culto por los contenidos que generó en los 80 y 90.
Sin embargo, cuando se anunció la venta del 90% del canal en agosto de 2017 el remezón fue de marca mayor desde el punto de vista de la pérdida de una marca con historia. Afortunadamente, cuando se anunciaron los planes del nuevo controlador de la estación porteña, hubo cierta tranquilidad como escepticismo: la señal principal cambiaria por una corte generalista bajo el nombre de TV+ y la marca UCV Televisión no se perdería pero su programación estaría orientada hacia el ámbito cultural y únicamente en televisión digital.
Y la apuesta al parecer les resultó: la Universidad Católica de Valparaiso como nunca antes en su historia echó mano a material de archivo de incalculable valor patrimonial combinado con material envasado atractivo para la audiencia (por ejemplo, el reconocido «El Precio de la Historia»).
Y aunque estudios de audiencia para televisión digital no hay, al parecer la apuesta les funcionó. Menos es más, dicen.
Vibra entera la universidad
Recientemente la Universidad de Chile anunció su regreso a la televisión abierta, aunque en circunstancias bien particulares.
Hagamos un poco de memoria. Desde su creación en 1960 a través del canal 9 y posteriormente en la frecuencia 11 desde 1980 (especialmente durante este periodo), la Universidad de Chile fue protagonista activo en términos de ser semillero de rostros televisivos como de nuevos formatos programáticos (el hecho que se recuerde aún su gran hito de crear los matinales en Chile con «Canal 11 al Despertar» se sigue recordando hasta el día de hoy).
No obstante, la precarización de los recursos a la hora de salir al aire siempre fue un factor en contra, aún siendo un canal con todo lo necesario para ser exitoso. Tanto, que en 1993 finalmente el Grupo Cisneros adquiere el 49% del canal, y posteriormente el 99% en 1995, lo que marcó su privatización.
Con un pasado tan rico en la industria televisiva, pero tomando en cuenta la realidad actual del país, en donde la Casa de Bello (como varias otras universidades públicas) ha adoptado una línea más progresista, y considerando el tratamiento editorial de la radio como el diario electrónico de la universidad, este regreso puede ser una oportunidad pero también un riesgo.
Oportunidad, en el sentido de proveer contenido de calidad a una televisión que simplemente ha perdido el norte desde el estallido social del 18 de octubre de 2019 y que se ha acentuado en estos tiempos de pandemia. No es posible que un canal de corte generalista esté generando eternos noticieros de entre hora y media y 2 horas de transmisión simplemente para dar a conocer «relleno» la mitad del tiempo, o que genere matinales que son una extensión de los noticieros, o que se limite a emitir teleseries todo el día en vez de potenciar mejores contenidos envasados o bien echar mano a material de archivo.
Riesgo, por el lado de terminar generando contenido con cierto sesgo ideológico (es cosa de ver STGO TV, el canal digital de la Universidad de Santiago). No olvidemos una cosa importante, la televisión sigue siendo un medio masivo, por lo tanto apuntar a nichos pequeños a través del lenguaje inclusivo y otras manifestaciones similares, sería un suicidio para un canal que apunta a ser público y no comercial.
Si la Universidad de Chile logra resistir la tentación de caer en este tipo de lugares comunes y termina generando contenido de calidad, las repercusiones podrían ser insospechadas, como estimular a que otras casas de estudio con pasado televisivo como la Universidad Católica de Chile (por ejemplo) se aventuren a ingresar al medio.
¿Y en Valdivia cuando?
Cuando se creó la Ley que regula la televisión digital terrestre en Chile (Ley 20.750), la idea principal era la incorporación de nuevos actores en la industria televisiva, especialmente en las regiones.
Sin embargo, lo altamente costoso del equipamiento necesario para levantar señales digitales, sumado a la crisis generalizada de la industria de los medios ha ido postergando el proceso.
Pero no conforme con ello, todo lo anterior termina por reducir el potencial abanico de actores que podrián optar a una concesión de televisión digital, entre ellas, claro, las universidades.
En el caso de la Universidad Austral de Chile, a pesar de haber tenido cierto pasado ligado a la televisión a través del Canal 10 de Valdivia entre 1986 y 1993, su capacidad para generar contenido propio está, a lo menos, en entredicho, considerando que el 80% de la oferta programática del Canal 10, correspondía precisamente a material de la ex-Corporación de Televisión de la Universidad de Chile.
De ahí que vale la pena cuestionarse si la casa de estudios tendrá un interés real de hacer televisión de calidad con vocación regional pero no necesariamente con un sentido comercial.
Como conclusión, la televisión está viviendo uno de sus cambios más intensos desde la llegada de la alta definición (el último gran avance tecnológico de la industria), sin embargo, el gran desafío sigue siendo el cómo se genera contenido de calidad en estos tiempos, sin caer en sesgos ideológicos de ninguna índole, especialmente en medios que tienen un carácter público.
La respuesta a ello probablemente la tengamos en el mediano plazo, considerando que nuestra televisión digital está en pañales aún, y el apagón analógico recién se implementará en 2024. Aún hay mucho paño que cortar al respecto.