OPINIÓN | La nuclearización de Corea del Norte
Los enfrentamientos de la Guerra de Corea de 1950 no finalizaron por un tratado de paz, sino a través del armisticio de 1953. Esto conlleva a que ambos Estados estén hasta el día de hoy en píe de guerra, por lo que cualquier acción no amistosa, tal como los ensayos nucleares norcoreanos, pueden ser considerados como un factor que amenaza la paz y la seguridad global.
A saber: La intención de unificación que esbozaba Kim Jong-il y, sobre todo, su ambición de convertirse en una potencia nuclear llevaron a que el ex Presidente norteamericano George W. Bush incluyera el 2002 al régimen de Pyongyang dentro del grupo de gobiernos calificados como miembros del “eje del mal”; calificativo que fue instrumentalizado por Corea del Norte al utilizarlo como justificación respecto a lo necesario y urgente que era conseguir su autonomía militar, a partir de la obtención de la bomba nuclear.
Así, la nuclearización de Corea del Norte tuvo un doble objetivo estratégico. Confrontar a Washington y su política respecto a lo que es el futuro de la península coreana. Al mismo tiempo, conseguir una independencia militar en lo relativo a la protección defensiva que China le brinda desde 1961, y que está vigente hasta el 2021, gracias al Tratado de Cooperación de Ayuda Mutua y Cooperación que ambas partes firmaron y por el que se obligan a ofrecerse asistencia militar inmediata en caso de un ataque externo.
Para lograr esos objetivos, el gobierno norcoreano se aprovechó de la inacción que produce el derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo que le incentivó a continuar en forma ilícita con su programa nuclear, apostando a que las sanciones que se le impondrían por su estatus de “paria” del sistema no condicionarían el éxito de su nuclearización; apuesta que terminó ganando el 2006 y que hoy presume con los ensayos del 2017.
En consecuencia, la nuclearización norcoreana le permite al régimen, a partir de la disuasión nuclear, asegurar su existencia como Estado soberano dentro de un sistema que le ve como un “paria”, posicionándole además como un actor internacional con autonomía defensiva capaz de no someterse a un sistema que actualmente lidera Washington.