OPINIÓN | Réquiem para Beethoven o hacer radio en tiempos de crisis
Se ha escrito mucho acerca del lamentable cierre de Radio Beethoven el 30 de noviembre recién pasado. Raro, tratándose de una emisora orientada a la emisión de música selecta.
Es más, de un tiempo a esta parte han sido varias las radios dedicadas a este formato que han debido cerrar o bien cambiar su programación para poder sobrevivir en un mercado tan agresivo y cambiante como el de los medios de comunicación.
Entonces ¿qué tiene de especial Radio Beethoven respecto a otras emisoras de su mismo tipo como para dedicarle una columna de opinión completa?
LA HISTORIA SE REPITE
En primer lugar, un tema de memoria histórica. Coincidencia o no, hace exactamente 20 años, un 6 de marzo de 1999 y después de casi 40 años al aire, cerraba sus emisiones Radio Andrés Bello, la mítica emisora de música selecta creada y dirigida por el fallecido locutor Jimmy Brown (cuyo nombre verdadero era James Morris Vela). El argumento para justificar el cierre pareciera repetirse a lo largo de la historia radial de Chile: dificultades económicas.
En el caso de Beethoven, la emisora fundada en 1981 por los músicos Fernando Rosas y Adolfo Flores tuvo un punto de inflexión y de casi no retorno en 2005, cuando en dicha oportunidad se firmó una promesa de compraventa de la señal con la Compañía Chilena de Comunicaciones (dueños de Radio Cooperativa), la que finalmente no se concretó. Esto trajo como consecuencia un juicio arbitral y una medida precautoria que impidió cualquier posibilidad de venta de la radio a futuro. Y aunque fue finalmente el grupo Copesa quien adquirió la estación en octubre de 2006, las secuelas de la acción judicial, lejos de desaparecer, se fueron acentuando con el tiempo. Y la señal más clara de ello la dio la propia Anita Holuigue, ex-presidenta ejecutiva de Grupo Dial (el brazo radial de Copesa) en una entrevista concedida a Revista Capital en julio de 2017: “… Estoy segura de que si anunciáramos su cierre gritarían los mismos que hoy no están dispuestos a poner unos pocos pesos. Es definitivamente más fácil hablar de cultura que financiarla”.
LA CRISIS SOCIAL Y EL CAMBIO DE PARADIGMA DE LOS MEDIOS
El 18 de Octubre de 2019 no fue el día en que cambió Chile, pues los cambios se venían dando mucho tiempo antes. Sin embargo, ese día el estallido se hizo evidente y empezó a mostrar su peor cara. Resulta irónico que, según una encuesta elaborada por la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la radio fue el medio mejor evaluado durante la reciente crisis social con nota 4,7, seguido de la prensa escrita tradicional (diarios impresos) con un 4,5. Más atrás se ubican los portales y diarios digitales con un 3,9 y cierra la lista la televisión con un deshonroso 3,0.
El mensaje es claro: la gente sigue prefiriendo los medios tradicionales aún, sin embargo, es el contenido y su inmediatez los que terminan de marcar la diferencia. Porque si bien el porcentaje de chilenos que se informa via redes sociales ha ido en aumento y el surgimiento de medios de corte independiente y ciudadano ha ido avanzando y por ende diversificado la oferta, la “torta” sigue siendo la misma.
En el caso de Radio Beethoven, tenía trayectoria (38 años al aire no se cumplen todos los días), credibilidad y un público cautivo que cualquier radioemisora quisiera ostentar. Sin embargo, a la hora de hacer raya para la suma, los números no cuadraban y su operación se volvió deficitaria. Y si a eso le sumamos que internamente Copesa estaba pasando su propios cambios, era previsible saber cual sería su final.
No obstante, las semejanzas entre los casos de Radio Andrés Bello y Radio Beethoven son tales que se los doy firmado en esta columna aquí y ahora: la controversia en Chile que confronta la música (como expresión cultural) con el comercio musical está lejos de acabar.
El problema está en que nadie quiere hacerse cargo de este “fierro caliente” llamado cultura.
Recientemente me tocó generar por sexto año consecutivo la transmisión del Festival Internacional de Jazz de Valdivia 2019, evento de corte privado que se ha transformado en un imperdible de cada año en la llamada “Perla del Sur” y que ya completa 19 años ininterrumpidos en escena trayendo a la comunidad verdaderos artistas de clase mundial y lo que es mejor, de manera gratuita. El Aula Magna de la Universidad Austral de Chile fue el escenario escogido para ello en esta oportunidad y estuvo repleto en un 80 o 90 por ciento de su capacidad durante los 3 días del certamen. Es decir, el interés por la cultura por parte de la gente existe, lo mismo que hacia los medios culturales. El problema es que hoy por hoy, el mercado cada vez está menos dispuesto a financiar la cultura, a no ser que tengas incentivos para ello (La Ley de Donaciones Culturales es un buen ejemplo de esto último).
El mismo rector de la Universidad Austral de Chile, Oscar Galindo Villarroel lo señaló durante la transmisión del mencionado certamen: “La comunidad nacional tiene un especial afecto por las actividades culturales y concurren masivamente cuando estas son de calidad, convocantes, abiertas, democráticas. Obviamente hay hitos en los cuales se dan señales equívocas respecto a cómo incentivar y apoyar el arte. Las radios son fundamentales para la música, son un elemento de articulación y de difusión fundamentales (…) por lo tanto, tenemos que hacer esfuerzos para tener políticas públicas que sepan recoger y apoyar este tipo de iniciativas. No todo puede ser mirado con una perspectiva económico-comercial, sino de cuál es el impacto social“.
En ese sentido, la radio se viene reinventando en Chile constantemente y desde hace 20 años por lo menos ha ido mutando hacia su propia digitalización con un abanico tan amplio como insospechado en términos de oferta de medios. Con todo, la cultura sigue siendo el “pariente pobre” de los medios de comunicación, ya sea por falta de financiamiento, gente idonea, conocimiento, dedicación u otros motivos, pero público hay, de eso no cabe duda. Ejemplos como RCI Radio Chile en Atacama, o Allegro Radio en Los Rios, dan cuenta que es posible aprovechar las nuevas tecnologías para ofrecer nuevos formatos o potenciar aquellos que el dial ya no puede albergar.
Previo a su cierre, Copesa había manifestado su intención de reformular Beethoven hacia un medio 100% digital. El problema es que Copesa no tiene buenas experiencias con las radios digitales: Sin ir más lejos, Club FM y Paula FM también pasaron a ser radios on-line tras sus respectivas salidas del aire, y ahí murieron.
Esperemos que Beethoven tenga mejor suerte en el mundo digital, no sólo por su trayectoria y legado, sino que por algo mucho más potente: el alma de Chile está tremendamente fracturada y le tomará mucho tiempo recomponerse. Pero para lograrlo, los medios tenemos la obligación de estar a la altura de las circunstancias.
Mantengamos la esperanza que el dia de mañana, al contrario de lo que dijo Anita Holuigue, sea tan facil hablar de cultura como financiarla.